viernes, 4 de julio de 2008

La Cándida Erendira, los militares del 4 de febrero y nuestra Revolución


“Eréndira no lo había oído. Iba corriendo contra el viento, más veloz que un venado, y ninguna voz de este mundo la podía detener. Pasó corriendo sin volver la cabeza por el vapor ardiente de los charcos de salitre, por los cráteres de talco, por el sopor de los palafitos, hasta que se acabaron las ciencias naturales del mar y empezó el desierto, pero todavía siguió corriendo con el chaleco de oro más allá de los vientos áridos y los atardeceres de nunca acabar, y jamás se volvió a tener la menor noticia de ella ni se encontró el vestigio más ínfimo de su desgracia.”
(Fragmento final de la Increíble historia de la cándida Erendira y su abuela desalmada” de Gabriel García Márquez)


Como buen lector siempre tengo presente a Gabriel García Márquez, tanto así que actualmente estoy releyendo por octava vez “Cien años de Soledad”. Los pocos que me leen se han dado cuenta que estoy haciendo fuertes críticas a nuestro proceso revolucionario, porque considero que es mi deber como patriota convencido que la cosa ya debe pasar de lo cosmético a lo real, y que esa revolución se convierta en la concreción de los anhelos de nuestro pueblo, así muchos no sepan ni que carajos es. Pero cuando el cambio es verdadero, hasta el más indiferente lo siente.
Me estaba bañando esta mañana cuando se me ocurrió pensar en la candida Erendira y su abuela desalmada, uno de los cuentos más aterradores de “El Gabo”. Para los que no la recuerdan trata sobre una adolescente que por accidente dejó caer una vela, creo, sobre unas cortinas y se le quemó el rancho a su abuela. La abuela desalmada la condenó a acostarse con 15 hombres diarios durante 65 años, hasta que le pagara el rancho.
Eso me trae a la memoria que es lo que nos está pasando con los militares que acompañaron al comandante Chávez el 04 de febrero de 1992. Son ominipresentes, los colocan en todos los cargos posibles, si fracasan en uno lo ponen en otro, pero jamás pueden quedar desempleados, claro está, a menos que salten la talanquera forrados de billetes. ¿Por qué el simil con cándida Erendira la abuela desalmada? Porque me da la impresión que la cándida Erendira que en este caso es Venezuela tendrá que acostarse con ellos per secula seculo, para pagarles el hecho de haberse alzado en ese fallido golpe, que si bien marcó el destino del país, no es menos cierto que muchos de ellos participaron obedeciendo a la cadena de mando.
Entonces, uno maldice no haber sido militar, a decir, verdad, nunca me gustó esa carrera, porque a mi no me gusta obedecer mucho, lo cual no quiere decir, que no respete la disciplina, pero como tengo mi raciocinio, prefiero hacer las cosas cuando estoy convencido de ellas y no porque alguien me las ordena.
Pero, coño, ¿y es que los civiles no servimos? ¿Es que los militares son impolutos? Quien yo sepa los genes y el fenotipo de los militares es el mismo de cualquiera de nosotros, por lo tanto los anima el mismo aire y la misma cultura. Por lo tanto, el comportamiento de un militar no dista del resto de los venezolanos. Pero el comandante piensa que ellos son mejores que nosotros, y a las pruebas me remito. Revisen la conformación del gabinete, las alcaldías y las gobernaciones. En la administración buena o mala, no ha tenido nada que ver el hecho de que sean militares o civiles, la corrupción es la misma. Solo que los militares como que son más discretos y entierran su mierda como los gatos.
Y después no quieren que digan que nos están militarizando. Todos los militares del 04 de febrero son patriotas. ¿Y todos los pendejos que estuvimos llevando verga de los adecos y los copeyanos, tan marginados en esa época como ahora? ¿Qué carajo hacen con nosotros, los inservibles? O solo servimos para gritar: ¡UUUU AAAAh, Chávez no se va!!! Nunca me han gustado los lugares comunes y mucho menos las consignas vacías.
El comandante Chávez ha hecho un gran aporte a las luchas del pueblo venezolano, pero le voy a repetir lo que decía en el artículo del lunes 30/06: No se olvide que un gran porcentaje del pueblo venezolano confía ciegamente en usted, pero el amor acaba, y entre más intenso sea, la caída es más dura.
Yo solo le puedo decir humildemente a lo Ali Primera: “Vuelva a su canto de turupial”. No se va a sostener un liderazgo con puras arengas que despiertan los instintos primarios, para que nos emocionemos, cuando vemos a los organismos plagados de funcionarios ineptos, las misiones que no funcionan como deben, el Mercal donde cada corrupto es más corrupto que el anterior. No es que le voy a echar todas las culpas, porque un solo palo no hace montaña, pero el anillo de poder que lo rodea, lo está haciendo inaccesible, así usted reúna a todos los grupos sociales para que lo escuchen. Hace falta la revolución dentro de la revolución, porque sino se lo va a llevar por delante a usted mismo, comandante, la historia en ese sentido es implacable.
Y me pregunto: ¿Y quién coño nos escucha a nosotros? Porque hemos sido testigos que cuando a alguien se le ocurre hacer una denuncia ante usted mismo, la actitud que toma es la del avestruz, meter la cabeza dentro de la tierra para no escuchar. Confucio decía que por algo Dios nos dio una boca y dos orejas, porque es más importante escuchar que hablar.
“En una revolución si es verdadera, se triunfa o se muere” (Che Guevara)
Con una revolución tan “cuca” como esta yo dudo que lleguemos a la mitad de lo que duró la IV República. Lo malo de los fracasos es que los pagamos todos, los que administraron y los que no. Aunque los que administraron se les hace más fácil tomar un avión e irse pa´l coño, a disfrutar sus reales.
Pregunta final de este dolotorio (no se si esta palabra existe) artículo: ¿Hasta cuándo nos tenemos que acostar con los próceres del 04 de febrero?

Pedro Querales C.
C. I. 3.638.188